martes, 29 de septiembre de 2009

Entre relatos y riesgos. El Cóndor Andino.

Conversando con algunos viejos moradores del páramo, verdaderas fuentes de conocimiento, muchos de ellos anteriormente cazadores y ahora conscientes del daño que la cacería ocasionaba, es indispensable preguntarse desde cuándo se dejo de venerar al cóndor. Tomo las palabras de los viejos que me dicen, “no se puede concebir la cordillera de los andes, los páramos andinos, nuestra tierra, sin cóndores”. Hoy aún podemos alzar la mirada y entender que el mensajero de los andes, así llamado el cóndor andino por los taitas, esta ahí, y que de alguna forma el mensaje ya fue entregado costándole muerte y su casi total desaparición.

Don Leovigildo Castro cuenta que en la localidad de El Ángel hace 40 años atrás se podía observar cóndores con mayor facilidad que ahora, volando sobre el bosque de frailejones. Incluso nos dice emocionado como hasta hace poco cuando el camino no llegaba hasta su casa en los páramos de la comunidad de Morán se observaba alrededor de 15 cóndores que usaban como dormidero las tremendas paredes de Piedras Puntas; y que en una ocasión intrépidos, sin saber lo que hacían, maravillados con tanta grandeza el y unos amigos capturaron un cóndor en su nido, para intentar domesticarlo, pero finalmente murió, y con tristeza el se arrepiente y me pide ayuda y consejos para que vuelvan de nuevo los cóndores puesto que en la actualidad en los Páramos del Ángel solo se puede observar 3 individuos ocasionalmente.

Antiguos cazadores de Cotacachi relatan que en la localidad de Piñán hace 35 años observaron 20 cóndores que volaban por sus cabezas y narran con detalle como cinco cóndores cazaron a un ternero. Cuentan que los cóndores en bandadas atacaron al ganado, de los cuales tres cóndores con vuelos rasantes y aletazos fuertes espantaron a la mamá y al resto de la manada de la cría, mientras los otros dos cóndores atacan al becerro, posándose sobre su lomo y picoteando sus partes blandas hasta que el ternero murió desangrado y cayó al piso, ofreciéndoles a los cóndores un festín, este testimonio es muy común a lo largo de la cordillera de los andes desde Venezuela hasta Argentina, pero no deja de ser un mito ya que no hay evidencia científica. En la actualidad en la zona de Piñán solo habita una pareja de cóndores.

Don Oswaldo Aigaje, comunero de Oyacachi, cuenta que hace 30 años el número de cóndores era muchisisimo mayor que en la actualidad y anidaban en las paredes del volcán Puntas y en la localidad de Sucus Cocha. Así mismo recuerda que cuando veían volar un cóndor sobre el pueblo coincidía que alguien moría, relacionándoles de manera acertada a los cóndores con la muerte, ya que ellos por su condición de carroñeros tienen una intima dependencia de la muerte es decir necesitan de la muerte para vivir y así transforman la muerte en vida.

En Papallacta, Don Milton Llulluna, guardaparques de la Reserva Ecológica Cayambe-Coca, cuenta que hace 13 años mientras el se encontraba trabajando en la construcción de un túnel para el acueducto de la EMAAP, encontró un nido con un pichón de cóndor en la peña por donde tenía que cruzar dicho túnel el mismo que fue reportado y monitoreado por F. Koester convirtiéndose su planeo en el primer vuelo de un cóndor filmado. Lastimosamente, una vez que el pichón abandonó el nido el trabajo continuó y desde ese entonces la pareja no han vuelto a ocupar el nido. También Don Milton nos revela que cuando el salía de cacería con su padre a las faldas orientales del Antisana el tenia miedo de ver tantos cóndores juntos, creía que le iban a llevar…

Don Enrique Tasihuano, indígena Kitu Kara, cuenta que en la localidad denominada Cóndor Wachana, situada sobre la ciudad de Quito, existía un gran dormidero de cóndores y estos sobrevolaban toda la Hoya, e incluso menciona haber visto cóndores volando y alimentándose en la comunidad de Llano Grande de la Parroquia de Calderón, hace aproximadamente 50 años. Y relata como su padre le enseñó a respetar al cóndor, espíritu de las montañas, que lo llamaban Waksha nombre onomatopéyico por el ruido que hacen sus alas al romper el viento cuando vuela.

Tal vez el sitio donde siempre existió y existe mayor cantidad de cóndores son los páramos del volcán Antisana. Es así que relatan Don Pío Aro y Don Miguel Bravo, moradores de Píntag, que en el sector denominado el Isco del Cóndor, hace 40 años, existían más de 100 cóndores que ocupaban esta pared como dormidero por lo cual lleva ese nombre; cuentan también que en contadas ocasiones pudieron observar como los cóndores llegaron a cazar un becerro. Don Miguel narra con severidad como observó a 30 cóndores cazar una vaquilla y el estremecido se quedo observando desde una loma.

Don Fernando Lozada, chagra de Machachi y morador cercano al Parque Nacional Cotopaxi, cuenta que el grupo de cóndores observados en la localidad era más abundante que en la actualidad, e incluso existe la quebrada de Cóndor waico este lugar era un sitio donde anidaban y descansaban varios cóndores.

Don Segundo Rodríguez, guía del Parque Nacional Llanganates, cuenta que en los alrededores de Cerro Hermoso se podía ver a una familia de cóndores volando sobre las lagunas y que majestuosamente deba la impresión que custodiaban los místicos llanganatis. Los grupos más abundantes se los encontraba en los páramos de Píllaro. Hoy solo se registra un cóndor.

Hechos lamentables y repudiables que no pueden quedar en la impunidad y que debemos recordar son los varios envenenamientos que se dieron en la década de los noventa con mayor frecuencia en las haciendas cerca de la actual Reserva Ecológica Antisana, siendo estos unos de los principales motivos para que la población de cóndores disminuyera en el país. Moradores de Píntag, Rumipamba, El Pedregal y sus alrededores cuentan que encontraron varias ocasiones muchos cóndores muerto envenenado.

Escucho estos relatos conmocionado y me doy cuenta que si bien nunca fue abundante la población de cóndores en los páramos ecuatorianos, cada vez quedan menos. Haciendo una estimación hace 50 años existían aproximadamente 250 individuos en el centro norte del país hoy solo quedan aproximadamente 27 individuos, cerca del diez por ciento, es decir el 90% de la población se han perdido en estas últimas décadas.

Con la extinción de los cóndores no solo se produciría una catástrofe ecológica sino también una catástrofe cultural, perderíamos al ave sagrada de los andes, y una ves que desaparezca será para siempre.Muchos campesinos e indígenas nunca han visto un cóndor solo lo conocen por que sus padres o abuelos les cuentan, en palabras de ellos: “como quieren que cuidemos a los cóndores si no tenemos tierras donde cuidarles y ni siquiera les conocemos libres, que les demos de comer pero si ni para nosotros tenemos”.

Así mismo la disputa de poder entre algunas instituciones interesadas por trabajar en el tema de los cóndores cada vez es mas evidente y con ello no conseguimos nada; por el contrario perdemos esfuerzos y nos debilitamos, tenemos que comprender que el cóndor es un ave de poder, emblemática del mundo andino, es decir, de todos los que vivimos en los andes.

Hoy en día, pese a la información existente, desconocemos las causas fundamentales de la declinación de sus poblaciones en nuestro territorio, bajo tal desconocimiento, es sumamente difícil emprender acciones efectivas para su conservación.

Todos los esfuerzos de conservación desarrollados hasta la fecha no han tenido una trascendencia en el tiempo han sido trabajos parciales, aislados unos de otros. A pesar de la existencia de una estrategia nacional de conservación del cóndor andino, ésta no se ha podido ejecutar coordinadamente.

Es por ello que creo en la urgencia de emprender un diagnostico socio-ambiental de la especie a nivel nacional; información que contribuya a salvaguardar las poblaciones de cóndores, así como los ecosistemas donde habitan y además despertar en la memoria de población en general y sobre todo de las personas que conviven y trabajan con esta ave sagrada la importancia y el respeto al gran cóndor de los andes, convirtiéndola en símbolo de conservación de las especies amenazadas y sagradas en el Ecuador.

Patricio Meza Saltos

1 comentario:

  1. Muchas felicitaciones Pato. Personalmente, creo que el artículo está súper bien escrito. Me parece alusinante toda la experiencia recopilada de estos últimos años que has trabajado con el cóndor en el páramo. Los testimonios contados por los verdaderos actores son impresionantes, son lindos, y a la vez una fuente de gran nostalgia. Buena¡¡. Sigamos adelante en esto. att Rafael Soria

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